jueves, 13 de mayo de 2010

¡Ojo con la letra menuda!

Ayer en la noche tuve una experiencia inolvidable y aleccionadora: me reuní con unos amigos para celebrar el cumpleaños de uno de ellos en un restaurante capitalino, cuyo nombre me reservo porque lo importante aquí es el cuidado que hay que tener con la letra menuda, más que saber de qué lugar se trata. El asunto es que tuvimos la intención de aprovechar que en el dichoso restaurante se aplica un descuento de casi la mitad del monto a pagar para los tarjetahabientes de una entidad bancaria, pero nuestra sorpresa fue que nunca se nos advirtió que el descuento era parcial y que no se aplicaba a bebidas o postres. Esto lo descubrió uno de mis amigos (luego de revisar la cuenta con asombro) escrito en un rótulo que había en la mesa con una letra de un tamaño minúsculo que apenas se podía leer.

El monto realmente fue exagerado en relación con lo que consumimos: una gaseosa costó tres veces más de lo normal y por tres porciones de postre se pagó el equivalente al costo de un postre completo en una pastelería fina; pero lo peor fue que la persona que sugirió que fuésemos a ese lugar, cuando se percató del atraco del que fuimos víctimas, se sintió sumamente avergonzada y ni se diga el cumpleañero a quien, por costumbre, el resto del grupo lo invitamos a cenar. Así que al final de la noche, pasamos de compartir un rato muy agradable a un momento realmente incómodo.

Ahora bien, mi interés al resaltar lo que pasó es que, generalmente, no nos preocupamos por leer la letra menuda y eso pasa no solo con este tipo de promociones, sino que también sucede cuando solicitamos un préstamo o cuando firmamos algún contrato (principalmente aquellos que tienen que ver con tarjetas de crédito).

Por dicha, en el caso que relato, más que el desencanto y el tener que pagar más de lo que nos imaginábamos, el asunto no pasó de ahí. Sin embargo, lo más importante es que muchas personas se embarcan por no leer la letra menuda y no se percatan del compromiso real que asumen. Esto es común cuando se comprometen a ser fiadores o a comprar en las famosas tiendas que ofrecen todo tipo de bienes en “cómodos pagos semanales”.

Así que: ¡ojo con la letra menuda! Tenemos que ponerle la atención debida pues, de lo contrario, podría costarnos prácticamente un ojo de la cara.

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